viernes, 17 de febrero de 2023

“LA ALEGORÍA DEL FUEGO” DE ARCIMBOLDO; UNA REPRESENTACIÓN MANIERISTA DEL TOISÓN DE ORO.



Definido por el periodista Robert Fulford como “El mayor comediante visual del Renacimiento italiano”, es Giuseppe Arcimboldo (1527-1593) un artista milanés de la corte de Viena, pintor de cámara en los tiempos del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Maximiliano II y en los de su hijo Rodolfo II, autor que trascendió por sus peculiares representaciones a partir de flores, frutas, objetos, plantas o animales cuya composición y conjunto evocan al rostro humano a partir de una ilusión óptica muy cercana al trampantojo.

Esta técnica del pintor italiano fue conocida como la de “las cabezas compuestas” y podríamos acomodarla dentro de un subjetivo manierismo renacentista caracterizado por el abandono de la perspectiva espacial a favor de la irrealidad y de la abstracción.

Claro ejemplo de ella es la serie denominada “Las estaciones”, de la que hizo varias versiones sin apenas variación entre ellas, o la posterior conocida como “Los elementos”.

En ambas series compone el rostro humano con aquello que la define y caracteriza, tal es el caso de “La alegoría del fuego” (1566), una de las cuatro obras pertenecientes a la serie “Los elementos” junto con “La alegoría del aire”, “La alegoría del agua” y “La alegoría de la tierra”.

En esta obra, expuesta actualmente en el Museo de Historia del Arte de Viena y única de la serie no conformada por animales, el rostro mira hacia la izquierda, de la misma manera que lo hace el de “La alegoría del agua” en contraposición con los de las otras dos alegorías de la serie que lo hacen hacia la derecha.

Está compuesto el rostro de esta oda al fuego por numerosos elementos flamígeros desde brasas que hacen las veces de cabellera, una mecha representando la frente, una gran lámpara de aceite dando forma al cuello y mentón, boca y lengua o velas encendidas representando uno de los ojos y la parte lateral del cuello.

El cuerpo está montado a partir de varias armas de fuego entre las que destacan los cañones del torso, y al frente de todas ellas, la imagen del vellocino de oro, efigie de la Orden del Toisón, suspendida del eslabón o “fusil” que la une al collar emblemático de esta Orden de caballería, y debajo de este el águila bicéfala alusiva a la Casa de los Habsburgo.

Fundamenta su autor esta alegoría en las llamas lanzadas por los dragones guardianes del vellocino de la leyenda de "Jasón y los argonautas" en la que se inspiró Philippe le Bon, duque de Borgoña, para fundar tan insigne Orden. Así los pómulos representan una piedra de pedernal y la oreja y la nariz son eslabones configurada la primera en forma de C.

El sentido de esta obra no puede ser otro que la evocación de la dignidad imperial de Maximiliano II en su condición de miembro y gran maestre de la Orden representando la rama austríaca de la Casa de Habsburgo, fundada por su padre Fernando I, y la importancia del poder militar de esta Casa patente en sus innumerables hazañas bélicas, y poderosamente representado en esta alegoría mediante armas y bocas de fuego.

Pintó ambas series para Maximiliano II y volvería a pintar estas “cabezas compuestas” formando parte de otras series para su hijo y mecenas Rodolfo II, con las que este emperador agasajó a numerosos monarcas, entre ellos a su tío Felipe II rey de España, al que envió una colección de la que actualmente sólo se conserva “La Primavera”.

Impactó y agradó al monarca español la obra de Arcimboldo y por ello mandó colgar las ocho pinturas recibidas en sus aposentos del desaparecido Real Alcázar de Madrid con el consiguiente disgusto de Tiziano.

Poco después realizó el artista un retrato del excéntrico emperador Rodolfo II caracterizado como el dios etrusco y romano Vertumno, también con esta técnica. Esta obra fue considerada una de las más ambiciosas del pintor lo que estimuló la atención de la intelectualidad milanesa y propició la vuelta del pintor a su ciudad natal con la venia del emperador, después de actuar como director de los festejos de la boda del archiduque Carlos II de Austria hermano de Maximiliano II, montando en ella su estudio de pintura lo que lo mantuvo en activo hasta su muerte el 11 de julio de 1593.

Cayó en el olvido su pintura con el tiempo, volviendo a ser revaluada siglos después por copistas e imitadores que no llegaron nunca a alcanzar su calidad. Actualmente se reconocen como auténticas veinticinco obras del pintor

La meticulosidad de las miniaturas detallistas de Arcimboldo, sólo comparable a la de su coetáneo Jheronimus Bosch, conocido como “El Bosco”, hacen de él uno de los más originales e imaginativos pintores del Renacimiento italiano además de un genial y extravagante precursor del Arte Moderno.

sábado, 11 de febrero de 2023

LA INSIGNE ORDEN DEL TOISÓN DE ORO; EL PODER DE LOS SÍMBOLOS. “Ante ferit quam flamma micet”



Nace esta Orden de caballería en 1429 para conmemorar el próximo matrimonio del duque de Borgoña y conde de Flandes Philippe le Bon, conocido en España por Felipe III “el Bueno”, con la infanta Isabel de Portugal y Lancáster hija del rey Juan I de Portugal, que habría de celebrarse el 10 de enero de 1430.

La intención del duque era crear una institución para asegurar la fidelidad de un número limitado de grandes hombres a los que nombraría caballeros, ostentando él la denominación de gran maestre, conforme a unos rigurosos estatutos basados en los ideales caballerescos de la Edad Media e inspirándose, dicen, en la Orden de la Jarretera de la que fue elegido miembro en 1422, renunciando al honor para no enemistarse con el rey de Francia Carlos VII de Valois.

La fundación de la Insigne Orden del Toisón de Oro fue meditada larga y secretamente por el duque de Borgoña que quiso darles gran relevancia a sus ceremonias, a sus símbolos y a la estética de sus caballeros.

Ya poseían los duques de Borgoña una Orden anterior, la de la Pasión, pero con esta quiso Philippe le Bon inspirarse históricamente en el viaje de Jasón y los argonautas en la nave de Argo hacia Cólquide, región situada en Asia menor, con el propósito de rescatar el vellocino de oro para devolverlo a la Hélade, centro de Tesalia habitada por los helenos, y poder así ocupar con justicia el trono de Yolcos, en clara alusión a las peligrosas empresas y viajes realizados por los duques de Borgoña en su afán de alcanzar difíciles metas. Jasón podría representar a Felipe III y los argonautas a los hombres pertenecientes a la insigne Orden.

La palabra toisón procede de la francesa del siglo XIII toison, que a su vez es etimológicamente procedente del verbo en latín tonedere que significa esquilar.

La figura del vellocino representa el vellón, o cuero curtido de modo que conserve su lana, de un carnero alado, el “Crius Chrysomallos” en la mitología griega, al que se le reconoce alto poder curativo y protector. No hemos de olvidar, por otra parte, que el carnero era el símbolo de la ciudad de Brujas que contaba con una floreciente industria de la lana.

El vínculo de esta figura con el cristianismo queda establecido al relacionar este cordero sacrificado con la imagen de Cristo como cordero de Dios. Algunos años después de la fundación de la Orden y por presiones de la Iglesia, que no estaba muy conforme con la opción de un guerrero pagano como referente de esta, se incorpora al imaginario de símbolos de la Orden a un héroe bíblico conocido como Gedeón, juez de Israel, elegido para liberar a su pueblo y en este caso el vellocino de oro representará al cordero que este ofreció a Yahvé como muestra de agradecimiento por tal elección.

También aparece este héroe bíblico en la tumba del monarca español Felipe I “el Hermoso” esculpida por Bartolomé Ordóñez para la Capilla Real de Granada cuyo ascendiente, el duque Carlos conocido por “el Temerario,” heredó de Felipe III el título, y de él su hija María de Borgoña a su fallecimiento en 1477. Sin embargo, en ese momento temporal ninguna mujer podía presidir la Orden por lo que fue su marido Maximiliano I de Austria, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, padre de Felipe I y por tanto abuelo del emperador del Sacro Imperio Carlos I de España y V de Alemania, quién lo hiciera.

Es así como queda establecido el nexo de unión entre el ducado de Borgoña y la Corona española y por ende el gran maestrazgo correspondería al rey de España por bulas de los pontífices Gregorio XIII de 1574 y Clemente VIII de 1600

En torno a esta Orden se crearon distintos símbolos cuyo significado configurarán la imagen que su fundador quiso transmitir de ella, así el suntuoso collar, que es también una insignia, está formado por veintiséis eslabones entrelazados por treinta y un pedernales que dibujan la letra B en referencia a Borgoña. Entre los pedernales aparecen piedras centelleantes de color azul que representan la llama símbolo de la divisa del duque rotulada con el lema “Ante ferit quam flamma micet”, “hiere antes de que la llama prenda”.

El artículo III del estatuto fundacional de la Orden lo describe a tal tenor como:

“Un collar de oro formado por nuestras divisas, es a saber, por piezas en formas de eslabones golpeando pedernales, de los que parten centellas ardientes, y al fin de este collar pendiente, una figura de un toisón de oro...”

En el collar de los maestres y soberanos, denominado "potence", el toisón o vellocino pende de uno de los treinta y un pedernales conocido con el nombre de “fusil” que simboliza las llamas lanzadas por el dragón guardián del cordero en la leyenda de Jasón. En el de los caballeros no pende el vellocino de un pedernal sino de una pieza de plata sobredorada que hace las veces de eslabón.

Debemos también hacer alusión, dentro de los simbolismos del collar, a San Andrés, patrón de Borgoña y de la Orden, que murió martirizado en una cruz en forma de aspa, pues bien, la B del collar se une a este formando una cruz en aspa.

Se desconoce quién diseñó el collar, pero se atribuye su realización a un orfebre de Brujas llamado Jan Ban Eyck que en ese momento estaba al servicio del duque de Borgoña. Los primeros se realizaron entre los años 1430 y 1431 para los primeros caballeros de la Orden que fueron nobles o magnates. Estos collares estaban numerados y debían ser devueltos a la Orden en el momento del fallecimiento de su poseedor en idéntico estado en que se recibió, Podemos afirmar por tanto que los caballeros investidos sólo eran usufructuarios vitalicios del mismo, pudiendo ser desposeído el agraciado al ser sentenciado por la comisión de un delito o por la realización de un acto contrario a las razones que determinaron la concesión del privilegio.

Establece la norma fundacional que está expresamente prohibido enajenar o empeñar el collar y que:

… “todos los caballeros de la Insigne Orden estarán formalmente obligados a ostentar sobre sus hombros el collar del Toisón de Oro, todos y cada uno de los días del año, salvo en ocasión de campaña de guerra, dilatado viaje, o necesaria compostura de la joya …”

El duque Carlos ya había introducido durante su presidencia mayor boato en el ceremonial, el ropaje, el cónclave y los oficios religiosos, y se estableció en los estatutos de la Orden que para la celebración de cada capítulo debían pintarse nuevos escudos de armas para el soberano y cada uno de los caballeros, lo que provocó ostentosas series heráldicas y nuevos blasones como estandartes de cada uno estos capítulos. Como ejemplo de ello tenemos los escudos nobiliarios que se conservan en la catedral de Barcelona donde se reunió el decimonoveno capítulo, única vez que uno de ellos se ha celebrado en España, fue en marzo de 1519 y estuvo presidido por el rey Carlos I. Para entonces ya era habitual colgar los blasones pintados de los caballeros en el coro de la iglesia donde se reunía el capítulo. Así el collar, máximo exponente de la Orden, acabó convirtiéndose en complemento indispensable en el escudo de armas de los reyes, príncipes y caballeros pertenecientes a esta Orden. Tal es el caso del escudo de armas de Fernando el Católico de 1491 sito en la catedral de San Romualdo de Malinas (Bélgica) o las armas de Felipe II que aparecen en su mausoleo de El Escorial, aunque la representación heráldica española más ostentosa del Toisón de Oro la encontramos en el nuevo Salón de Embajadores del palacio del Buen Retiro sito en la capital de España, realizada al final del reinado de Carlos II.

El ceremonial de la Orden proviene de la época de la duquesa Isabel, mujer de Felipe III, y de la influencia que sobre ella ejerció Alienor de Poitiers, su dama de compañía y fiel consejera, que recopiló y adaptó los viejos usos ceremoniales de aquellos años, en torno a 1457. Este ceremonial fue utilizado como instrumento para aparentar poder político, así como modelo y ejemplo de etiqueta y orden.

Así lo hace ver Cadenas y Vicent cuando dice:

“Borgoña tenía una corte muy lujosa en ceremonial, muy distante de la austera de Castilla”

Con el tiempo este evolucionaría a una mayor sencillez y menos boato ejerciendo una notable influencia en el protocolo de nuestra monarquía desde su adhesión a esta Orden.

Actualmente en ciertas ceremonias de gala o acontecimientos célebres sus miembros, entre los que se encuentran mujeres como la actual princesa de Asturias Leonor de Borbón, no lucirán el collar sino la venera de la Orden. Esta se lucirá en la solapa izquierda, en el caso de los hombres, o a modo de broche también en el lado izquierdo, en el caso de las mujeres, colgada de un corbatín de seda rojo por medio de un adorno a modo de dos B espaldaradas con engastes de diamantes al aire en talla rosa. Le sigue el pedernal formado por un espléndido diamante con talla radiant engastado al aire con orla de quince diamantes y flanqueado por dos haces de ráfagas realizadas en rubíes de las que, a través de un eslabón, cuelga el vellocino de plata sobredorado y engastado de diamantes.

Podemos concluir de lo expuesto que la Insigne Orden del Toisón de Oro fue fundada por la dinastía Borgoña con una intención, quizás poco explícita, de unificar sus territorios en un afán último de que estos adquirieran mayor relevancia política o incluso de que llegasen a integrarse en un Estado independiente de Francia.

Considerada una de las Órdenes caballerescas y dinásticas más importante del mundo, enlazó con la Corona española a través de las nupcias de Felipe I “el Hermoso”, hijo de Maximiliano y María de Borgoña, con Juana I de Castilla, hija de los reyes Católicos, manteniéndose en la actualidad cierta influencia, del ceremonial borgoñés en nuestro ordenamiento protocolario.

Es hoy en día considerada como el mayor honor otorgado por la Corona española pero el hecho de que el Gobierno intervenga en los nombramientos de sus miembros denota una pérdida de influencia de los descendientes dinásticos de la Insigne Orden, que ha contado desde su fundación, en 1429, con mil ciento noventa y dos caballeros siendo el último en incorporarse a sus filas el actual rey de Noruega Harald V