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lunes, 12 de septiembre de 2022
LA HONORABLE ORDEN DE CABALLERÍA BRITÁNICA DE LA JARRETERA: “HONI SOIT QUI MAL Y PENSE”
Existen varias teorías sobre el origen de esta nobilísima Orden británica, la más importante y antigua del Reino Unido, que fue fundada en 1348 por el rey Eduardo III y a la que algunos han asemejado con la Orden del Toisón de Oro española.
Unas de estas teorías se apoya en la figura de “Jorge el Verde” figura surgida de los ritos de la pagana población local inglesa que celebraba “el hombre verde” personaje de un conjunto de leyendas medievales conocidas como “las leyendas doradas”.
Otra sostiene que fue modelada a partir de la Orden de San Khadir de Oriente Medio, porque esta dividía a sus miembros en dos grupos de trece caballeros en consonancia con la Orden inglesa que cuenta con veinticinco caballeros más el rey. Además la de la Jarretera utiliza como prenda ceremonial una imitación de aquella utilizada en Oriente Medio para los iniciados de Khadir, por no decir que la señera adoptada por la de la jarretera, la cruz roja griega de cuatro brazos iguales ubicados en el centro de una estrella de ocho puntas, fue originalmente un símbolo de Khadir.
Existe otra que defienden que esta Orden se inspiró en los caballeros de la Tabla Redonda, pero la que parece más verosímil de todas ellas es la de que el rey Eduardo III en un baile de palacio mientras bailaba con la condesa de Salisbury, presenció como a esta se le caía la liga que llevaba en la pierna. El rey para evitar el sonrojo y la vergüenza de la condesa levantó la liga y la colocó en su propia pierna y ante la mirada atónita de los presentes pronunció las siguientes palabras:
«Honi soit qui mal y pense» –Que se avergüence quien de esto piense mal –
que quedaron como lema de la Orden.
Ya recoge en 1490 una primera mención de esta Orden la novela caballeresca “Tirante el blanco” del autor valenciano Joanot Martorell, concretamente en el capítulo VI en el que se narra el episodio de la liga de la siguiente manera:
… “Aunque ya se había cumplido el año y un día de las fiestas, el señor rey rogó a todos los estamentos que esperasen todavía algunos días, ya que su majestad quería publicar una fraternidad, nuevamente instituida, compuesta por veinticinco caballeros. El comienzo de esta hermandad, señor, según oímos todos los caballeros aquí presentes de boca del mismo rey, fue el siguiente:
Estando el rey cansado, un día en que se hacían muchas danzas, fue a reposar al fondo de la sala y la reina continuó con sus doncellas en el otro lado, mientras los caballeros bailaban con las damas. Madresilva una de las doncellas, bailando, se acercó a la parte donde estaba el rey y, cuando giró, le cayó una liga de la media. No creáis señor que se trata de una doncella especialmente agraciada, sino que es una dama poco desenvuelta en la danza y, aunque canta bien, se pueden encontrar trescientas más agraciadas y más bellas que ella; pero, como sabéis, los deseos y apetitos de los hombres están muy repartidos. Entonces, uno de los caballeros que estaba cerca del rey le dijo:
»— Madresilva, habéis perdido las armas de vuestra pierna; me parece que habéis tenido un mal paje para atároslas.»
Ella, un poco avergonzada, dejó de bailar y volvió para recogerla, pero otro caballero fue más rápido que ella y se la cogió. El rey, que vio la liga en poder del caballero, le llamó y le dijo que se la atase a él sobre la media de la pierna izquierda, justo debajo de la rodilla.
» El rey llevó esta liga más de cuatro meses y la reina nunca le dijo nada. Y cuanto mejor se ataviaba el monarca, con más voluntad hacía brillar la liga. Nadie se atrevió a decir nada al señor rey, pero un día, un criado que gozaba del favor real, estando a solas con el rey le dijo:
»—Señor, vuestra majestad tendría que saber las murmuraciones que hacen los extranjeros, vuestros súbditos y hasta la misma señora reina.
»—¿Qué es? —dijo el rey—, ¡dímelo enseguida!
»—Señor, todos están admirados de que vuestra alteza lleve durante tanto tiempo y tan notoriamente una pieza de una doncella de tan baja condición y tan poco valorada. ¡Bien habría estado si se tratase de una reina o de una emperatriz! ¿Es que en todo vuestro reino no podríais encontrar una doncella de mayor categoría y más adecuada en linaje, belleza, gracia y saber, y más llena de virtudes?
» El rey contestó:
»—¡Así, pues, la reina está descontenta y los extranjeros y mis súbditos, admirados! Pues, puni soit qui mal y pense —dijo estas palabras en francés y continuó—. Ahora prometo a Dios que sobre este hecho instituiré una orden de caballería que el mundo recordará siempre.
» En aquel punto, se hizo quitar la liga y no la quiso llevar nunca más” …
Observe el lector que según este texto el rey utilizó la palabra puni, “Castigado sea quien de esto piense mal” en vez de la palabra honi, “Que se avergüence quien de esto piense mal” que es la que ha quedado recogida en el lema a día de hoy.
El monarca inglés y el príncipe de Gales son siempre miembros, sólo ellos ex oficio, de esta Orden junto con veinticuatro hombres y mujeres elegidos. La admisión es muy limitada, y por esto se ha convertido esta condecoración en una de las más deseadas del mundo. Sólo el rey, o la reina en su caso, la concede y está concebida como un exquisito regalo a personas que han llevado a cabo servicios de excepcional valía en beneficio del Reino Unido.
Son conocidos los honrados con este privilegio con el título de “caballeros y señoras compañeros”, pero además esta Orden cuenta entre sus miembros con figuras relevantes de la realeza europea, considerados miembros extra numerarios, conocidos como “caballeros y damas reales”, e incluso contó en su momento con el emperador Hirohito de Japón, a quien le fue retirado el honor al entrar el país nipón en la Segunda Guerra Mundial.
El ropaje del ceremonial de la Orden de la Jarretera está compuesto por el manto, pieza de terciopelo azul marino, que lleva bordada en el hombro izquierdo la Cruz de San Jorge rodeada por la jarretera o liga con el lema de la Orden. El manto se sujeta a los hombros con dos grandes cordones de seda color plata o blanco que van rematados en borlas y anudados al cuello.
En el hombro derecho lleva prendida una esclavina con banda del hombro a la cintura, ambas de terciopelo rojo y ribeteadas en blanco. La esclavina quedará a su vez ornamentada con rosetón rojo también ribeteado en blanco a la altura del hombro del que cuelgan cintas rojas y blancas. La banda ha de lucirse siempre encima del manto y debajo del collar.
El manto del monarca y el del príncipe de Gales está forrados interiormente de tafetán blanco. El de los “caballeros y las damas reales” lleva cola.
El sombrero es un bonete estilo Tudor también de terciopelo negro que lleva prendidas plumas de avestruz y de garza negra.
La banda azul se luce de hombro izquierdo a cadera derecha. No ha de lucirse cuando se lleva el collar. Suele utilizarse en ceremonias de gala, pero ajena al ropaje ceremonial. De esta banda prende una venera, a modo de medalla, sujeta a ella con una cadenita de oro a la altura de la cadera. Es dorada y en ella está representada, como no, la figura de san Jorge. Es conocida esta pieza con el nombre de “Lesser George” - Jorge menor - para diferenciarla del collar que es conocido como “Great George” – Jorge mayor o gran Jorge -.
El collar es de oro macizo, pesa casi un kilogramo, y se luce alrededor del cuello sobre el manto y la banda roja y sujeto por dos grandes lazos blancos sobre los hombros. Pende de este una figura esmaltada de san Jorge matando el dragón con la espada en clara semejanza al vellocino del oro del collar de la Orden del Toisón de oro.
La liga o jarretera es la pieza estrella del ropaje. Es una cinta de color entre azul y morado que se ata con una hebilla, los caballeros a la rodilla y las damas alrededor del brazo izquierdo, y que lleva grabado en letras doradas el lema de la Orden “Honi soit qui mal y pense”.
Y para finalizar la gran Cruz que no es la que está bordada en el manto, sino una pieza de metal que representa una estrella plateada de ocho puntas en cuyo centro y rodeando a la Cruz de San Jorge, vuelve a aparecer la jarretera con el lema grabado. Es un símbolo importante que no sólo se usa en las ceremonias de la Orden, también suele hacerse en ceremonias de gala junto con la banda y la venera.
Cuando fallece un miembro de la Orden, tanto la “Lesser George” como la gran Cruz han de ser devueltas al monarca, y ha de hacerlo el pariente varón más cercano al fallecido. El resto de las piezas, salvo la banda el manto y el sombrero, se devuelven a la Cancillería de la Orden.
El anuncio de nuevos miembros se realiza siempre el 23 de abril día de San Jorge, siendo este el santo patrono de la Orden y de Inglaterra y la ceremonia de investidura se produce en el Castillo de Windsor.
El ceremonial de investidura que abre las puertas de la Orden está descrito en la obra “Tirante el Blanco” en los siguientes términos:
“Cuando el caballero jura cumplir y guardar todas estas cosas, le dan los capítulos. Después de haberlos leído, si los acepta, se arrodilla en el suelo, delante del altar o de la imagen de san Jorge y, con honor y reverencia, recibe la orden de la fraternidad de la jarretera. Si no quiere aceptarla, tiene tres días para pensárselo y, entonces, puede decir: «Mi persona no está en disposición de recibir una orden tan alta y llena de virtud como ésta»
Una gran ocasión para ver a las damas y caballeros de la Orden es el Día de la Jarretera o “Garter Day” que se celebra anualmente en el mes de junio, y en el que estos recorren el camino entre la capilla de San Jorge y el Salón del Trono, dentro del Castillo de Windsor, con toda la pompa del ropaje ceremonial.
Podemos citar entre los caballeros célebres de esta Orden a Toni Blair o John Major, y entre los caballeros y damas reales a el rey emérito Juan Carlos I, la reina Beatriz de Holanda, el rey Felipe VI, el rey Harald V de Noruega, Camila de Cornualles, el emperador Akihito de Japón o el rey Carlos Gustavo de Suecia entre otros.
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