Fue esta Orden, jerárquica, financiera y militarmente muy sólida y poderosa, pero también objeto de continuas especulaciones y no pocas críticas y teorías políticas conspiratorias en torno, entre otros aspectos, a su ceremonia secreta de iniciación.
Los templarios asentados en Extremadura no fueron ajenos a estas especulaciones llegándose incluso a la fabulación; tal es el caso de la leyenda que se oye contar en Jerez de los Caballeros conocida por la de los “tristes silbidos” basada en la obligación impuesta a sus caballeros por la bula "Vox in excelso” del Papa Clemente V de disolución de la Orden en 1311, motivada esta por los rumores de malas prácticas y herejía.
Cuenta la leyenda que los caballeros templarios asentados en Jerez asediados durante días por las tropas de Alfonso XI de León, fueron obligados a renunciar a la Orden y a entregar sus tierras y sus armas bajo amenaza de morir en la hoguera como herejes.
Negándose estos a la renuncia, se hicieron fuertes en el castillo de esta villa bajo el mando de su comendador fray Juan Bechao y decidieron defender la fortaleza hasta la muerte.
Aguantaron el envite de las tropas Reales durante varios días, pero les fueron cerrando el cerco hasta obligarlos a refugiarse en una de las torres, la Torre del Homenaje, terminando el desencuentro con más de sesenta caballeros y su fray decapitados y arrojados sus cuerpos al vacío desde las almenas, pasando a conocerse desde entonces esta torre con el nombre de “la Torre Sangrienta”
Continúa triste la leyenda narrando que los templarios antes de morir juraron volver a Jerez a vengar la afrenta y que lo hacen las noches sin luna, noches de cielo oscuro, al tañer las doce campanadas en la iglesia; y aseguran los lugareños que todo se detiene, que se escuchan lamentos, que se les oye silbar, que silban sin descanso llamando a sus cabalgaduras, y que estos silbidos y lamentos resuenan hasta el amanecer en el que, cuando se hace el silencio, vuelven desolados a sus tumbas incapaces de cumplir su juramento, y es que el espíritu de estos desamparados y agraviados caballeros ha quedado atrapado para siempre entre los muros del castillo de esta noble villa, dando origen lo acontecido a este poema sin dueño dedicado a su torre:
“Por el tiempo maltratada,
por todos abandonada,
cumpliendo horrible condena …
se ven en noches lluviosas,
vagar sombras misteriosas,
por sus quebradas almenas.”