¿Quiso Velázquez inmortalizar su recién adquirida nobleza en este cuadro?
No recuerdo exactamente la edad que tenía cuando vi por primera vez el cuadro de “Las Meninas”, probablemente fuesen alrededor de nueve años, lo que si recuerdo con certeza es la emoción que sentí al estar delante de tan colosal obra situada en la sala doce del Museo del Prado y que hasta entonces sólo había visto en mi libro de historia del arte, y aun así no fui consciente a tan corta edad de todo el simbolismo que esconde este cuadro.
He de decir que me impresionaron sus enormes dimensiones, 3,20 por 2,80 mts, sin llegar todavía a ser consciente de lo que aquella obra representaba. Pareciera querer Velázquez inmortalizar con ella una escena en el tiempo como si de una fotografía se tratase.
Lo cierto y verdad es que el observador empieza a consciente de lo que allí se representa a medida que va acercándose al cuadro y va creciendo en él la sensación de que todos sus personajes le observan. También Velázquez parece parar un momento de pintar para mirar de frente al espectador. Este efecto queda acentuado con el tamaño casi real de los personajes y con la perspectiva que el artista da a la colocación de estos dentro de la escena, creando así la sensación de que quisieran hacerse a un lado para que el espectador pueda entrar y formar también parte de ella.
Pero cabe preguntarse ¿Qué está pasando en el cuadro?
Llama nuestra atención en primer lugar que el autor se haya autorretratado en la obra pues no era común en esa época que un pintor apareciese en un cuadro junto a personajes de la realeza; alrededor de él se ha congregado un grupo de personas pero Velázquez no está pintando a este grupo, es más les está dando la espalda. El artista inmortaliza, en un lienzo colocado de espaldas al espectador, a alguien que pudiera tener enfrente, y que por tanto estaría fuera del cuadro, provocando con este efecto una sensación en quien lo mira de que lo que está fuera de la obra también forma parte de ella.
De Izquierda a derecha después del artista y en el mismo plano aparece la infanta Margarita, cuarta hija de Felipe IV y primera de Mariana de Austria, rodeada de sus meninas. A su derecha, nuestra izquierda, está María Agustina Sarmiento que parece querer acercar a la infanta un búcaro con lo que podría ser chocolate para su merienda. A su izquierda, nuestra derecha, está Isabel de Velasco y a su lado, un poco adelantada, está Mari Bárbola, María Bárbara Asquín, enana que formaba parte del séquito de la infanta. Junto a ella está Nicolás Pertusato, bufón dedicado al entretenimiento de la niña que llegaría a ser ayuda de cámara del rey. Delante de ellos un mastín al que el bufón parece poner un pie encima denotando con ello familiaridad y confianza.
En un segundo plano se encuentran Marcela de Ulloa, señora de honor de las damas de la reina, cuya misión era la de vigilar a las meninas, junto a ella se encuentra un anónimo guardamás que bien pudiera ser Diego Ruiz de Azcona.
En un tercer y más alejado plano hemos de destacar un espejo en el que aparecen reflejado los reyes y una puerta abierta por la que se filtra la luz del cuadro y que otorga perspectiva y profundidad a la obra. Al fondo de esta puerta aparece una escalera y al final de ella está José Nieto Velázquez, chambelán de la reina.
Pero analicemos el importante e innovador efecto del espejo en el que aparecen reflejados Felipe IV y su esposa. ¿Podríamos decir que los reyes quedan reflejados en el espejo al irrumpir en la escena, provocando con esta entrada la captación de la atención de todos los personajes del cuadro? Como ya hemos comentado si esto fuera así, algo que acontece fuera de la obra ha pasado a formar parte ella.
Hay otra posible interpretación del reflejo de los reyes en el espejo; pudiera ser, por la colocación y la perspectiva del lienzo en el que está pintando Velázquez y por el ángulo de la luz que entra por la puerta del fondo, que el artista estuviese realizando un doble retrato real y que la pintura del lienzo quedase reflejada en el espejo; sublime manera de dar sentido a la obra cuyo verdadero nombre es el de “La familia de Felipe IV”. No hemos de obviar, no obstante, que no se conoce un doble retrato de tan ilustre pareja realizado por Velázquez. Quizás el artista quiso incorporar a su magnífico cuadro una “pincelada” de ficción; quizás quiso ir más allá que el propio monarca y se atrevió a retratarlo cuando este ya no quería posar para él,
“por la flema de Velázquez, así por ella como por no verme ir envejeciendo”
Se le oyó decir en alguna ocasión.
Hacía más de diez años que se negaba a hacerlo, y sin embargo el pintor no quiso renunciar a este “placer real” y tejió una sutil manera de superar aquella prohibición de retratar a su rey, creando con ello un nuevo tipo de retrato regio inmerso en un colosal y soberbio trampantojo.
El hecho de que el propio pintor se sitúe dentro de la escena es un hito en el arte de la pintura. Ningún artista, por muy considerado por sus reyes que hubiera estado, se había atrevido antes a retratarse en el mismo plano y junto a algún miembro de la familia real.
Sabemos poco de por qué Velázquez se retrata en “Las Meninas” con los dos símbolos que definen su estatus de recién adquirida nobleza, la llave de aposentador real que lleva colgada a la cintura y la venera de la Orden de Santiago que luce en su jubón. Es posible que fuera por eso; quería dejar constancia de su recién adquirido estado. Cabe preguntarse sin embargo ¿realmente en el momento de la realización del cuadro era ya el pintor caballero de la Orden de Santiago?
Si consideramos que la edad que podría tener la infanta Margarita cuando fue retratada en esta universal obra podría estar entorno a los cinco o seis años y sabiendo que había nacido en 1651, podemos deducir que este cuadro fue pintado en 1656 o 1657; Velázquez no llegó a ser caballero de Santiago hasta el 28 de noviembre 1659.
Si tenemos en cuenta que el célebre pintor murió en agosto de 1660 afirmaremos sin temor a equivocarnos que apenas habría contado con nueve meses para realizar esta colosal obra; pero conociendo lo magistral de su talento y el dominio que poseía de su técnica, expertos como el pintor y teórico Antonio Palomino consideraron que pudo ser posible la realización de la pintura en tan corto espacio de tiempo.
Cabe también la posibilidad de que la venera de la Orden de Santiago fuera pintada en el jubón por el propio artista con posterioridad a la finalización del cuadro, ya adquirido el estatus de caballero que tanto esfuerzo le ocasionó. Hay incluso una leyenda que le atribuye la incorporación de la señera a la almilla de Velázquez al propio rey Felipe IV, queriendo hacer con ello un homenaje póstumo al que consideró, además de su pintor de cámara, siempre un amigo. Estos sentimientos del monarca hacia el artista quedan patentes cuando al enterarse de su muerte no dudó en afirmar con aflicción:
Yo perdí en él a un buen amigo que además correspondía a mi voluntad”
Podría ser cierta la fábula pues era conocido que el rey sabía pintar y que ejercitó este noble arte en su infancia y adolescencia, incluso hay referencias a un cuadro en el que se le retrató pintando. Todo lo expuesto permitió a Lope de Vega afirmar cuando supo del apólogo que:
"No se conservan cuadros suyos, pero sí noticias de que sabía pintar”
Sin embargo, algunos estudiosos de “Las Meninas”, después de haberla sometido a un laborioso proceso de rayos x, afirmaron con rotundidad que no se aprecian dos capas distintas de pintura en el jubón del pintor por lo que podría descartarse la tesis de que la venera santiagueña fuera incorporada con posterioridad a la conclusión de la obra.
Analicemos ahora la gran distancia que existe entre los personajes y el techo de la habitación que se supone era el cuarto del príncipe en el Alcázar de Madrid. Quizás Velázquez quiso ubicar en esta estancia algunos cuadros de enorme simbolismo en una obra en la que nada está por azar. Es de preguntarse de quién eran los cuadros que decoran las paredes de esta habitación, sobre todo los que están por encima del propio pintor. Según los expertos se reconocen de entre ellos dos apenas identificables vinculados a Pedro Pablo Rubens, pintor por el que Felipe IV sentía una particular devoción.
Uno de los cuadros parece ser “Apolo vencedor de pan” copia hecha por Juan Bautista Martínez del Mazo de una obra de Jordaen, discípulo de Rubens, el otro pudiera ser “Palas y Aracne” del propio Rubens.
En ambas pinturas los dioses compiten con los mortales a nivel artístico. El hecho de que el pintor los colocara por encima suyo en su obra pretende reivindicar la importancia del retrato para el arte de la pintura y venerar la figura de Rubens.
Es posible que Velázquez quisiera desmentir con esta magistral obra y cada uno de sus detalles a aquellos que pensaban que la pintura era un oficio mecánico y defender en ella la liberalidad y la falta de servilismo con que fue realizada.
¿ha reparado el lector en que la infanta Margarita está representada sin pies, como si estuviera flotando en la escena? ¿Qué buscaba el pintor inmortalizando de esta guisa a la que en el momento histórico de la realización del cuadro era la heredera del rey Felipe IV?
Hemos de tener en cuenta que el monarca había desposado a su sobrina Mariana de Austria, traída a España a los quince años para casarse con el príncipe heredero Baltasar Carlos muerto prematuramente de apendicitis. De esta unión nacieron varios hijos alcanzando únicamente la edad adulta una mujer, la infanta Margarita.
¿Estaba cuestionando Velázquez de manera subliminal la sucesión a la Corona? Si es así, esta es una excelsa manera de hacerlo.
Tenga en cuenta el lector que Diego Velázquez fue un gran dominador del Barroco y supo jugar con destreza con el lenguaje oculto y el simbolismo en todas sus obras. Tenga en cuenta también que todo aquel que lo vio trabajar en su estudio hablaba de su facilidad para pintar sin esfuerzo aparente, casi con desdén, de su destreza para obrar mucho con pocas pinceladas y de su falta de afectación para ejecutar obras tan colosales y tan reales a su vez que Théopile Gautier se preguntó al contemplar “Las Meninas”:
¿Pero dónde está el cuadro?
Dejo para el lector más inquieto un enlace a una experiencia inmersiva que le llevará por un viaje al interior del fascinante cuadro de “Las Meninas”.
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